¿Qué hace un argentino en España tocando un instrumento de percusión irlandés, fabricado por un alemán?
Me llamo Martín Domínguez Prieto y nací en Buenos Aires (Argentina) en 1979. Con cuatro años llegué a España y me he criado en Valencia desde entonces. Mientras estudiaba en la Universidad descubrí la música “celta”, de la mano de mi pareja, Amanda, y de los conciertos en directo del mítico pub Max Max de Valencia. Allí descubrí el instrumento musical que me cautivó irremediablemente desde entonces: de origen irlandés y nombre impronunciable, el bodhran (pronunciado “boran” o “bauran”) es un tambor de marco (“frame drum”) que se toca percutiendo el parche de piel con una maza o baqueta (“stick”, “tipper” o “beater”), mientras la otra mano trabaja el parche por el lado contrario, variando el tono y obteniendo diversos efectos. Es la percusión tradicional de Irlanda, aunque es un instrumento relativamente joven: el bodhran, tal cual lo entendemos, nació en la primera mitad del siglo XX. Es, sin duda, la percusión más versátil, cómoda de utilizar y transportar y con más posibilidades del amplio elenco de instrumentos de percusión del mundo. En definitiva, ninguna percusión puede acompañar y “colorear” así las melodías.
A principios del 2000, conseguir un bodhran por estos lares era misión imposible. Recuerdo los paseos a las tiendas de música y las caras que se les quedaban a los vendedores cuando preguntaba. E Internet, y no digamos comprar por Internet, era casi ciencia-ficción por esos años. Pero no cejé en mi empeño: me armé de paciencia, de un carpesano y de un boli y me puse a imitar en casa a los bodhraners que veía en directo, mientras ponía de fondo discos de Carlos Núñez o de los Chieftains.
En 2004 llegó el ansiado momento: mi hermano vivía en Galicia por aquel entonces, la tierra prometida para la música y los instrumentos “celtas” en España, y pudo conseguir uno. Era demasiado grande, tosco y venía armado con una maza de proporciones y peso imposible, pero para mí era maravilloso, y todavía hoy cuelga orgulloso de la pared, ya jubilado tras innumerables horas de tocarlo, y con el parche rubricado por los hermanos Núñez, detalle que tuvieron una de las veces que Carlos Núñez nos ha deleitado con su música en el área mediterránea.
Al principio fue duro, muy duro… Incontables horas infructuosas, dolores de cabeza y vecinos molestos. No existía YouTube y sus maravillosos tutoriales, pero curiosamente la solución vino de Internet: me di de alta en un foro sobre bodhran en España, y al poco tiempo contactó conmigo un violinista de Valencia. Me explicaba que había quedado con una bodhraner de Tarragona que bajaba a Valencia para dar un taller sobre el instrumento… ¡Eureka! Este feliz acontecimiento sirvió para avivar una relación con el bodhran que a todas luces se había estancado.
La llama había prendido, y por suerte pudo seguir viva, a fuerza de aprovechar cada oportunidad de las escasas posibilidades que este tipo de música brinda por aquí: el lugar donde se había celebrado aquel bendito taller resultó ser la sede de una asociación de gaiteros, actualmente convertida en el Centro Gallego de Valencia. Gracias al esfuerzo que hicimos en esta primera asociación, se dio un marco favorable para la práctica de la música irlandesa. Así pude aprovechar cada taller, cada hora de ensayo y cada concierto con el grupo de música irlandesa que se formó y constatar dos cosas: el bodhran es un instrumento fácil de tocar, pero dificilísimo de dominar y, sobre todo, cada vez me apasionaba más.
2007 fue crucial: sería el último año que pasaría en la asociación y como caído del cielo vino a darnos un taller de bodhran un auténtico profesional del instrumento, Roberto Míguez “Milla”. Hasta ese taller, yo había intentado “dominar” el estilo tradicional de tocar (estilo “Kerry”). Pero había visto vídeos y también tocar en directo a auténticos especialistas (especialmente John Joe Kelly, bodhraner de Flook) en lo que empezaba a “romper” y ponerse de moda a finales de la década pasada: el estilo moderno de tocar, convirtiendo el bodhran en un auténtico set de batería gracias a la riqueza de matices que los instrumentos más modernos permitían. La cuestión es que Milla dominaba ese estilo, y los asistentes al taller lo intentamos asimilar con ansia, dejando atrás años de percutir la piel de manera monótona con pesados sticks. Era maravilloso y extraño a la vez: darte cuenta que ya no querías tocar como antes, y descubrir un mundo de posibilidades en un instrumento que «creías» que ya te lo había dicho todo.
Desde 2008 los acontecimientos se han agolpado, siempre buscando la manera de aprender, mejorar y de dar a conocer este instrumento y la música que acompaña. Así, mi pareja y yo fundamos nuestro primer grupo de música tradicional irlandesa, comencé a dar clases de iniciación al instrumento, colaboré al bodhran con varias formaciones de este tipo de música que existen por la zona de Valencia, como Lochlainn y Samain, entré a formar parte de Innerlands… Y en 2013 se produjo otro hecho crucial, y aquí es donde entra en juego Alemania…
En 2013 le planteé a Christian Hedwitschak ser su partner en España. Y él aceptó encantado. Así me convertí en su primer partner oficial y exclusivo en nuestro país, autorizado para distribuir todos sus bodhrans, y puedo decir que es un placer contribuir también de esta manera a dar a conocer el instrumento. También uno de los partners de Hedwitschak construye los mejores sticks para tocar: Stevie Moises, un auténtico especialista en trabajar la madera. Así que en los showrooms encontrarás el trabajo de ambos artesanos.
Actualmente, compagino la labor en el showroom con Call For Craic, la banda de música tradicional irlandesa en la que entré en 2017, donde también canta mi pareja, la «culpable» de todo esto 😉
Haber conocido esta música y este instrumento me ha deparado muchísimos momentos inolvidables, entre otros, haber conocido en persona a John Joe Kelly (en mi humilde opinión, el mejor bodhraner del mundo), a Milla, a Pablo Vergara (bodhraner de Böj), al mítico Kevin Conneff (The Chieftains). O haber dado a conocer el instrumento en varios viajes, con el showroom a cuestas. Haber colaborado en el décimo aniversario de Innerlands y haber celebrado con ellos su 15 cumpleaños. Haber tocado esta música que tanto amamos en nuestra boda. Y quiero tener una mención especial para las personas que me han enseñado en este camino, me han inspirado y me han apoyado, que son las más importantes, en definitiva, y sin las cuales hoy no sería “ese argentino que vive en España y que toca un instrumento irlandés fabricado por un alemán”: Amanda, Paco Soriano, Fernan Navarro, Belén Sanchez, “Wallace”, Pepe Sillero, Dani Fonfría… A todos, y a más personas a las que me dejo…
Gracias de corazón.
¿Mi objetivo?
Seguir disfrutando, mejorando y, sobre todo, contribuir a seguir difundiendo este maravilloso instrumento y la cultura y la música que le acompaña.